viernes, 14 de enero de 2011

Opinión: Vivo en un país verdaderamente enfermo.



Es increíble como un país que se dice ser pionero económicamente y que intenta estar al nivel de países desarrollados, aún no tenga una legislación medioambiental que proteja verdaderamente la naturaleza.
Y este es mi país, Chile, en el cual aún se utilizan energías fósiles para satisfacer la demanda energética principalmente de las industrias; y todo el daño que se provoca en ecosistemas y en la población es para fomentar solamente los intereses económicos de empresas.
Lo peor de todo esto es la ignorancia de la población que carece de empatía hacia los verdaderos afectados por estos proyectos, y finalmente con la pasividad terminan avalando lo que se les impone.

Sinceramente he visto los efectos en el medioambiente y en las personas que industrias como estas provocan; Tocopilla, ciudad al norte de nuestro país es un claro ejemplo.

La chimenea de más de 70 metros de altura que se puede apreciar apenas uno divisa la ciudad y se emplaza en el lado sur esparce constantemente un polvillo negro, que por la dirección de los vientos se depositan irremediablemente en la urbe. Playas, fondo marino, cerros, calles, techos, casas, y todo en Tocopilla esta cubierto por una capa de polvo negro. La población casi en su totalidad sufre de enfermedades respiratorias como bronquitis, asma, cáncer al pulmonar, siendo estas afecciones la principal causa de muerte de los tocopillanos.

Y ustedes se preguntarán a quién beneficia que cientos de personas estén enfermas y mueran a causa de la Termoeléctrica. Bueno, toda esta gente “se sacrifica” para que Chile pueda decir anualmente que su economía creció, pues toda esta energía generada en Tocopilla abastece directa y solamente a Chuquicamata, la principal mina de Cobre de nuestro país.

Y ahora yo me pregunto, ¿es Chile un país éticamente correcto, siendo que se prefiere la economía antes que el bienestar de la población?

Bueno, la respuesta es evidente…

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